viernes, 17 de febrero de 2012

La Familia

El abuelo cuenta historias inimaginables a sus nietas, que por unos momentos detienen el ritmo frenético de sus juegos, seducidas por el encanto de aquellos cuentos fantásticos; la abuela y la madre construyen frases sobre la administración del hogar, con una sabiduría que envidiaría el más experto economista; el padre aconseja a su hijo mayor, a quien botó la novia, seca sus lágrimas y lo abraza; alguien convoca para el almuerzo; la familia se reune en la mesa.
la familia, esa íntima comunidad de amor y vida de la cual penden la estabilidad y la identidad de las naciones, se está desdibujando en muchas partes del mundo, sin que exista conciencia clara de las consecuencias y los orígenes de esta crisis. La familia, ámbito natural para el crecimiento humano, primera escuela de amor, fuente de vida, laboratorio de la niñez en su proceso de socialización y lugar donde construimos nuestra propia identidad y personalidad, se está debilitando y perdiendo su objetivo, sin buscar salvarla, como si fuera posible reemplazarla por algo que cumpla sus funciones, no obstante que sólo en ella se pueden formar y consolidar los cimientos de convivencia, esenciales para la felicidad personal y la paz social, tan necesarias para nuestro país. El Desarrollo Familiar busca revivir y dar sentido a esa cuna de amor y recuerdos gratos, donde se aprende que valemos por lo que somos -por ser-, y no por lo que podamos aportar, servir o dar aunque es también importante.
En estos días en los que los cautivantes devaneos del postmodernismo y del neoliberalismo han llevado a que se dé igual valor a las leyes de la naturaleza, que privilegian el bien común social, y a las responsabilidades propias de la persona humana frente a la familia, a los hijos y la sociedad, que a las opiniones que responden a apetitos sexuales y pareceres de grupos de presión minoritarios, se han pretendido equiparar el matrimonio entre hombre y mujer con uniones libres, temporales, que rechazan asumir cualquier compromiso familiar diferente de satisfacciones individuales. Esto es, que las consecuencias, jurídicas que protegen y apoyan aquella familia, que nace de la voluntad expresa de constituir una comunidad de amor permanente, con todas sus cargas y responsabilidades con ella misma y la sociedad, sean iguales para quienes se unen sin reconocer las obligaciones naturales de las personas para con la sociedad, los hijos y los mismos que se unen. De esta manera se pone en peligro la familia, la seguridad y la estabilidad emocional de los hijos, los valores de convivencia, la identidad histórica de sus miembros y la paz social. Lo que nos obliga a estudiar el tema desde puntos de vista que hace poco no era necesario atender pues eran connaturales al hombre.
Las consecuencias críticas de la degradación estatal de la familia y las gravísimas secuelas de la disminución de la población juvenil, que han llevado a la creación de toda clase de subsidios a la natalidad y el establecimiento de ministerios de la familia en Europa, deberían ser un campanazo suficiente importantes para hacernos reaccionar a tiempo.

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