martes, 28 de febrero de 2012

El Concepto de familia





La familia como institución social

La familia es una serie de abstracciones de la conducta, un sistema de normas que tienen el carácter de reglas de comportamiento para sus miembros. Las normas sociales se organizan en patrones que son particulares para cada tipo de institución  según el área de la vida de la cual se ocupe. Así, a la familia le corresponde garantizar:

1) El adecuado funcionamiento biológico de los individuos de la sociedad.
2) La reproducción de sus miembros.
3) Su adecuada socialización.
4) La provisión y distribución de los bienes y servicios.
5) El mantenimiento del orden dentro del grupo y en su relación con el resto del sistema social.
6) La definición del sentido de la vida y la motivación para preservar la supervivencia individual y del grupo (Collins, 1987).

En cuanto institución garante de la protección de los miembros de la sociedad, la familia es objeto de estudio y de intervención.


La familia como grupo

A través de la familia como grupo humano, la institución social se activa y se perpetúa en el tiempo. Como grupo, la familia es un conjunto de personas que interactuan en la vida cotidiana para preservar su supervivencia, de manera que el foco de estudio se orienta más hacia su funcionamiento interno, que hacia las relaciones normativas con el exterior.
Esto significa que se pueda estudiar a la familia separando estas dos visiones, pues ambas coexisten y mantienen una relación recíproca e indisociable. Lo que ocurre es que las aproximaciones teoricas a la explicación de esta relación han variado en el tiempo, según el grado en que considere a la familia como un agente social activo o pasivo; si su papel es activo, se la definirá como causal de cambios en otros aspectos de la estructura social; y si es pasivo, ella será el receptáculo de la incidencia de otras instituciones, principalmente la economía y la politica, cuyos avances se definen a veces como más rápidos y determinados absolutos de cualquier otro cambio.
No obstante, en la actualidad nadie se inclina por tal sobresimplificación, sino que se admite que la familia es tanto causa como efecto de cambios hacia dentro y hacia fuera de sí  misma, posición justamente asumida por el enfoque sistémico. (Burr, 1973).


La familia como construcción cultural


La familia es un constructo cultural, constituido por valores sociales, tradicionales, religiosos y políticos, puestos en acción por sus miembros en la medida en que la forma que adquiere la familia, así como el estilo de relación entre las personas que la componen y las posturas políticas y religiosas inherentes a su constitución, son todas establecidas por el medio cultural. Sin embargo, cada núcleo familiar interpreta ese dictamen proveniente del gran sistema social, lo modifica y lo concreta según su propia experiencia, en patrones de relación, rituales y celebraciones idiosincráticas que determinan su identidad como familia.
Esos rituales y rutinas ayudan a reducir el impacto negativo de los cambios y de los eventos inesperados de la vida, constituyéndose por lo tanto en fortalezas que favorecen la estabilidad familiar, sin necesariamente restringuir su evolución, pues en ese continuo intercambio con el ambiente exterior, las familias re-forman la cultura, re-formulan la tradición y cambian la sociedad.


La familia como conjunto de relaciones emocionales

La familia es una forma de vida en común, constituida para satisfacer las necesidades emocionales de los miembros a través de la interacción. El afecto, el odio, la complacencia y todos los demás sentimientos, muchas veces encontrados, proveen un ambiente dentro del cual los individuos viven procesos que determinarán su estilo de interacción en otros contextos, tales como la escuela, el trabajo y sus relaciones afectivas fuera de su núcleo de origen.
Las emociones se actúan inicialmente en la familia, porque en principio, éste sería el medio más seguro para practicar la alegría, la rabia, la tristeza, el miedo, el amor, etc., en la medida en que ella proporcione un ambiente protector e íntimo, basado en el afecto incondicional entre sus miembros. Cuando la familia no logra mantener ese clima, fracasa en su función de satisfacer las necesidades emocionales de sus integrantes.


Tomado del libro: Familia Ciclo Vital y Psicoterapia sistémica breve de Angela Hernandez Cordoba.




viernes, 17 de febrero de 2012

La Familia

El abuelo cuenta historias inimaginables a sus nietas, que por unos momentos detienen el ritmo frenético de sus juegos, seducidas por el encanto de aquellos cuentos fantásticos; la abuela y la madre construyen frases sobre la administración del hogar, con una sabiduría que envidiaría el más experto economista; el padre aconseja a su hijo mayor, a quien botó la novia, seca sus lágrimas y lo abraza; alguien convoca para el almuerzo; la familia se reune en la mesa.
la familia, esa íntima comunidad de amor y vida de la cual penden la estabilidad y la identidad de las naciones, se está desdibujando en muchas partes del mundo, sin que exista conciencia clara de las consecuencias y los orígenes de esta crisis. La familia, ámbito natural para el crecimiento humano, primera escuela de amor, fuente de vida, laboratorio de la niñez en su proceso de socialización y lugar donde construimos nuestra propia identidad y personalidad, se está debilitando y perdiendo su objetivo, sin buscar salvarla, como si fuera posible reemplazarla por algo que cumpla sus funciones, no obstante que sólo en ella se pueden formar y consolidar los cimientos de convivencia, esenciales para la felicidad personal y la paz social, tan necesarias para nuestro país. El Desarrollo Familiar busca revivir y dar sentido a esa cuna de amor y recuerdos gratos, donde se aprende que valemos por lo que somos -por ser-, y no por lo que podamos aportar, servir o dar aunque es también importante.
En estos días en los que los cautivantes devaneos del postmodernismo y del neoliberalismo han llevado a que se dé igual valor a las leyes de la naturaleza, que privilegian el bien común social, y a las responsabilidades propias de la persona humana frente a la familia, a los hijos y la sociedad, que a las opiniones que responden a apetitos sexuales y pareceres de grupos de presión minoritarios, se han pretendido equiparar el matrimonio entre hombre y mujer con uniones libres, temporales, que rechazan asumir cualquier compromiso familiar diferente de satisfacciones individuales. Esto es, que las consecuencias, jurídicas que protegen y apoyan aquella familia, que nace de la voluntad expresa de constituir una comunidad de amor permanente, con todas sus cargas y responsabilidades con ella misma y la sociedad, sean iguales para quienes se unen sin reconocer las obligaciones naturales de las personas para con la sociedad, los hijos y los mismos que se unen. De esta manera se pone en peligro la familia, la seguridad y la estabilidad emocional de los hijos, los valores de convivencia, la identidad histórica de sus miembros y la paz social. Lo que nos obliga a estudiar el tema desde puntos de vista que hace poco no era necesario atender pues eran connaturales al hombre.
Las consecuencias críticas de la degradación estatal de la familia y las gravísimas secuelas de la disminución de la población juvenil, que han llevado a la creación de toda clase de subsidios a la natalidad y el establecimiento de ministerios de la familia en Europa, deberían ser un campanazo suficiente importantes para hacernos reaccionar a tiempo.